UNIVERSIDAD CISNERIANA COMPLUTENSE DE ALCALÁ


La antigua Universidad de Alcalá, conocida también como Universidad Complutense o Cisneriana, fue uno de los centros académicos más importantes de la vida intelectual europea durante la Edad Moderna y la mejor ciudad universitaria del Renacimiento. Su plan de estudios se convirtió en el estandarte del Humanismo cristiano español del siglo XVI, siendo un modelo aplicado a las universidades fundadas en el Nuevo Mundo.

Fundada por Francisco Jiménez de Cisneros en 1499, por sus aulas pasaron médicos, filósofos, científicos, políticos y religiosos de gran relevancia histórica como el gramático Antonio de Nebrija, los místicos san Juan de la Cruz y fray Luis de León o los grandes literatos del Siglos de Oro de las Letras españolas como Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Mateo Alemán, Quevedo o Calderón de la Barca. Su gran aportación editorial fue la Biblia Políglota Complutense.

UNIVERSIDAD CISNERIANA COMPLUTENSE DE ALCALÁ

Los orígenes de la universidad se remontan al Estudio General promovido por el arzobispo toledano García Gudiel y la licencia aprobada por el rey castellano Sancho IV el Bravo, el 20 de mayo de 1293. El Studium Generale era la institución medieval embrión de cualquier futura Universitas. Seguía los mismos estatutos que el Estudio General de Valladolid.

Más tarde, el 17 de julio de 1459, el arzobispo Alonso Carrillo de Acuña recogió el proyecto de fundación y consiguió la bula papal de Pío II que autorizaba "la erección de tres Cátedras de Artes y Gramáticas en el Estudio de Alcalá".

La fundación definitiva tuvo lugar el 13 de abril de 1499 por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, que había sido alumno del Estudio General, a través de la bula papal Inter Caetera de Alejandro VI. La recién creada Complutensis Universitas adquirió sucesivas bulas expedidas por los papas León X y Julio II, aportándola forma legal y dotándola de rentas. Su lema es "Libertas perfundet omnia luce" (La libertad ilumina todas las cosas). Años después, la reina Juana y el emperador Carlos V ratificaron su protección, como algunos de los sucesivos monarcas hispánicos que ayudaron a la institución financiándola y visitándola.

Gracias a las bulas papales y protecciones reales, Cisneros pudo dotar a su centro de recursos materiales y financieros necesarios para su desarrollo y hacer oficial los títulos expedidos por ella.

UNIVERSIDAD CISNERIANA COMPLUTENSE DE ALCALÁ

La Universidad de Alcalá también fue llamada Universidad Cisneriana, en honor a su promotor, y Universidad Complutense. El término "Complutense" proviene del nombre del asentamiento romano que daba origen a actual ciudad de Alcalá de Henares: Complutum. Este término latino parece tener su génesis en la expresión Confluvium (donde confluyen los ríos). Pero esta es una hipótesis cuestionable, teniendo en cuenta que el primer asentamiento de Complutum se hallaba en alto, apartado de cauces fluviales. Por lo tanto, Complutense es el gentilicio de Alcalá.

El 14 de marzo de 1501, comenzaron las obras de construcción de edificio sede y, el 18 de octubre de 1508, las clases del primer curso académico, que sólo tenía tres cátedras: Artes y Filosofía, Derecho Canónigo y Teología. Durante el curso 1509-1510, se ampliaron dos más: Letras y Medicina. Entre sus alumnos estaba Tomás García Martínez, posterior arzobispo de Valencia, conocido como santo Tomás de Villanueva. En 1514, se añadió la cátedra de Medicina.

El 22 de enero de 1510, se aprobaron las Constituciones, que describían los derechos y deberes, y regulaban todos los aspectos de la actividad académica y vida cotidiana de los estudiantes y miembros de los colegios.

La fundación de la universidad de Alcalá coincide con el final de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna. Una nueva época en la historia de la Humanidad, cuya primera gran manifestación cultural fue el Renacimiento. Este movimiento avanzó en España sin cambios bruscos, de forma progresiva, hacia uno de los momentos culminantes de la cultura: el Siglo de Oro; y la península Ibérica se convertiría en el centro del pensamiento católico más importante de Europa.

FRANCISCO JIMÉNEZ DE CISNEROS

Entre los años 1499 y 1517, Cisneros intentó que su universidad tuviese unas características propias que la diferenciasen del resto de las peninsulares como fueron la generosidad financiera del fundador, la buena organización, la acertada elección de los primeros profesores, la construcción de espléndidos edificios, la protección legal que concedieron papas y reyes, el acierto de los planes de estudios de las facultades y el continuo crecimiento en el número de colegios fundados.

Aunque conservaba elementos de alguna universidad fundada en la Edad Media como Salamanca o París, Cisneros aportó un nuevo concepto en la forma de organizar la enseñanza universitaria. Esta tenía tres grandes objetivos:

1. religioso. La universidad debía formar a eclesiásticos que recuperasen los valores de la espiritualidad antigua, ya que estos se habían ido perdiendo en los siglos bajomedievales. Tenía que renovar no sólo la preparación intelectual del clero, sino también los textos bíblicos que exponían la doctrina católica. De esta última necesidad surgió el desarrollo de las imprentas universitarias y la creación de la Biblia Políglota Complutense.

2. político. La universidad debía aportar cualificados letrados a las estructuras administrativas del Estado moderno en expansión política, económica y militar por Europa, América y norte de África. Tenía que formar con una alta preparación académica a los futuros gobernantes de la Monarquía hispánica.

3. cultural. La universidad debía adecuar la Teología a los principios de la Antigüedad clásica, frente al Derecho Canónigo.

Estos objetivos propiciaron un rápido despegue, alcanzado su máximo esplendor a mediados del siglo XVI. Se convirtió en una de las tres grandes universidades de España, junto con Salamanca y Valladolid. El prestigio de sus estudios, así como el de sus maestros, hizo que se tomase como modelo sobre el que se fundaron las nuevas universidades de los virreinatos españoles de América, junto con el de Salamanca.

Universidad de Alcalá
Antigua Universidad Cisneriana Complutense 
Creada por una bula de Alejandro VI en 1499  
El cardenal Cisneros arzobispo de Toledo abrió sus puertas en 1508, para el estudio de las Artes, Teología, Derecho Canónico y Medicina.
A su alrededor crecieron los Colegios Menores donde se cursaban la Gramática y las Lenguas, a los que se unieron otras instituciones eclesiásticas y privadas para componer un completo conjunto universitario de carácter humanista.
Fue madre nutricia de generaciones de prelados, políticos y literatos del Siglo de Oro español. En ella se inspiraron algunas universidades nacidas en el Nuevo Mundo. 
Sus puertas fueron cerradas en 1836.
Por Real Decreto fue restituida a esta ciudad en 1977.
ESCUDOS DE LA UNIVERSIDAD CISNERIANA DE ALCALÁ

Cisneros tuvo especial cuidado en la máxima preparación académica y pedagógica de su profesorado, especialmente en los primeros catedráticos de Lenguas, Medicina y Teología. Para analizar la calidad del profesorado, ordenó que se realizaran visitas anuales a las cátedras para averiguar, interrogando al alumnado, el nivel de cumplimiento de las labores docentes. Dotó a este centro de una magnífica biblioteca, cuyos volúmenes trataban en su mayor parte sobre Ciencias Naturales.

El plan de estudios se convirtió en el máximo representante del Humanismo cristiano. Frente a la tradicional Universidad de Salamanca, Cisneros quería un centro superior humanístico que reuniese las tendencias científicas más modernas, en campos como la Filosofía, la Filología y la Historia. Pero, la Teología era la columna vertebral de la formación académica y su facultad organizaba las cátedras atendiendo a las tres corrientes más importantes de Europa en el siglo XV: el Nominalismo, el Tomismo y el Escotismo. Después, los alumnos podían escoger libremente cualquiera de las tres "vías" teológicas según su orientación; esta posibilidad no existía en Salamanca, la universidad española de mayor relevancia.

Grandes eruditos como Jorge Naveros, Jerónimo de Almonacid, Cipriano de Huerga, Gaspar Cardillo de Villalpando, Miguel Carrasco o el doctor Medina impulsaron la Escuela Teológica Complutense en sus dos corrientes: primero el Nominalismo, después el Escolasticismo.

La otra gran corriente filosófica del Renacimiento que desarrollaron los pensadores complutenses fue el Humanismo. Influenciados por el Erasmismo y por las ideas reformadoras de la Iglesia católica surgió un grupo encabezado por los hermanos Vergara, Agustín de Cazalla, Juan Valdés, Constantino de la Fuente o Mateo Pascual.

PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ

Un doctor latinista excepcional fue Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la Lengua castellana, que convertía a esta lengua vernácula en lengua culta al mismo nivel que el latín o el griego. Durante su estancia impartiendo cátedra de Retórica y Gramática latina, el humanista sevillano lideró al grupo de eruditos que elaboraron la Biblia Políglota Complutense, la primera en la historia del Cristianismo. Fue un trabajo planeado personalmente por Cisneros, resultado de una concepción moderna de la exégesis bíblica, de inspiración humanística. Las tareas en equipo duraron 15 años, entre 1502 y 1517, comenzando incluso antes que los cursos ordinarios.

Aquel equipo de trabajo tuvo a judíos conversos para los textos escritos en hebreo, como Alfonso de Zamora, que era profesor, Pablo Coronel, o Alfonso de Alcalá. Para los textos griegos, Hernán Núñez de Guzmán fue también catedrático y otro de los grandes humanistas de su época, también Diego López de Estúñiga, igualmente catedrático, y Demetrio Ducas.

Nebrija se ocupó del texto de la Biblia Vulgata de San Jerónimo, pero no terminó su tarea por diferencias de criterio con Cisneros, aunque continuó con su cátedra de Latín y escribiendo otros trabajos. Gonzalo Gil y Bartolomé Castro fueron los otros colaboradores latinos.

PATIO DE SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

Desde 1530, los estudios de Teología y el ambiente intelectual se pusieron a la vanguardia de la labor crítica y reformadora desde dentro de la Iglesia, representada en Europa por Desiderio Erasmo de Rotterdam, y en España por Francisco Jiménez de Cisneros. Su proyecto universitario fue el principal foco irradiador de las ideas del Humanismo español. Algunos de sus teólogos participaron en el Concilio de Trento, entre los años 1545 y 1563. Uno de los resultados más notables fue la publicación de la Biblia Políglota Complutense, entre los años 1502 y 1507.

En la primera época, el número de colegiales que sólo podían estudiar Teología en la San Ildefonso fue de treinta y tres. Estos colegiales elegían cada año al rector, cargo que accedía a un amplio poder académico, judicial y económico.

El nuevo modelo organizativo estaba basado en el Colegio-Universidad, una Civitas Dei, Ciudad de Dios, a las afueras de la ciudad de Alcalá. Cisneros compró terrenos a las afueras de Alcalá de Henares para la construcción de una novedosa ciudad universitaria, dotándola de un correcto sentido urbanístico y buenas infraestructuras. Esta innovación la convirtió en la primera ciudad universitaria extrarradio del mundo, modelo que se exportaría a otras universidades españolas posteriormente fundadas.

Gracias a esta actividad docente y eclesiástica, la villa de Alcalá experimentó un desarrollo de su artesanía y comercio. Destacó especialmente la industria impresora de libros, convirtiéndose en un potente centro editor.

COLEGIO MAYOR DE SAN ILDEFONSO

El Colegio Mayor de San Ildefonso fue su primera sede y núcleo principal, nombrada así en recuerdo del santo patrón de Toledo, sede de la diócesis eclesiástica. Era conocido como el colegio de los teólogos, cuyo rector era al mismo tiempo rector de toda la universidad.

Se construyó entre 1451 y 1508, por el arquitecto Pedro Gumiel, en ladrillo y adobe, materiales pobres y fáciles de conseguir para su rápida disponibilidad en un tiempo récord para la época. Su espléndida fachada frente a la plaza de San Diego es una obra arquitectónica símbolo del Renacimiento español. Construida en granito sobre la base de la anterior, fue esculpida en estilo plateresco, adornada de esculturas alegorías. Fue obra de Rodrigo Gil de Hontañón, entre los años 1537 y 1553, ayudado por Juan de la Riba, quien se ocupó de la administración, y por Pedro de la Cotera, continuador del proyecto desde 1541 y autor del Patio Trilingüe.

El programa iconográfico de esta fachada relaciona la Sabiduría académica y la Fe católica con el poder Imperial de Carlos V. El esquema ideológico de sus iconos seguiría de esta manera: la Santísima Trinidad (lo celestial), gárgolas (figuras demoniacas que separan lo celestial y lo terrenal), Carlos V (cabeza del mundo terrenal), San Pedro (cabeza de la Iglesia), Biblioteca (la sabiduría), San Pablo (cabeza de la Iglesia) y los Padres de la Iglesia (pilares y soportes de la Cultura occidental).

En el interior se formaron tres patios. El Patio de Santo Tomás de Villanueva fue reformado en 1618 por Juan Gómez de Mora, de planta cuadrada levanta tres pisos desde el suelo con una fachada compuesta de arcos en estilo herreriano, decorado con releves de cisnes y del escudo de armas de Cisneros. Sobre la balaustrada de este patio existe una frase esculpida: "En luteam olim celebra mamoream" (Lo que antes se construye en barro, hoy se celebra en piedra). Posiblemente significa que la piedra granítica que se ve ahora, antes fue ladrillo de barro y adobe. Y sobre cada frontal, se levanta cuatro esculturas, una por cada lado, que representan: el escudo de armas de Cisneros; el escudo de la Universidad; Cisneros rescatando a los cautivos de Orán; y Cisneros evangelizando.

Las otras dos estancias abiertas son el Patio de los Filósofos, levantado por Pedro Gumiel, en 1513; y el Patio de Continuos, por Pedro de la Cotera, en 1570.

En 1518, Pedro Gumiel elaboró un precioso Theatro Escolástico, que en la actualidad es conocido como Paraninfo, con sus yeserías y su artesonado mudéjar. En la actualidad, es el lugar en el que se conceden los galardones del Premio Cervantes sobre literatura hispana.

Completaría el complejo universitario la espléndida Capilla Universitaria de San Ildefonso, que conserva el sepulcro de Cisneros en mármol de Carrara y un hermoso artesonado.

PATIO DE LOS FILÓSOFOS

En 1513, Cisneros puso en marcha la construcción de seis colegios menores para completar la ciudad universitaria a lo largo del siglo XVI. Eran independientes entre ellos y vinculados al mayor. Concedían becas para buenos estudiantes de origen humilde, capaces en el futuro de acceder a las facultades mayores. Estos fueron:

1. el Colegio de San Pedro y San Pablo, vinculado a la Orden de San Francisco

2. el Colegio de la Madre de Dios, conocido como el de los teólogos, aunque también por el de los médicos

3. el Colegio de Santa Catalina, para estudiar la Física de Aristóteles

4. el Colegio de Santa Balbina, conocido como el de los lógicos y sumulistas, porque se cursaban esta y otras disciplinas filosóficas y teológicas, correspondientes a los primeros cursos de Artes

5. el Colegio de San Eugenio, conocido como el de los gramáticos y estudiantes de lenguas clásicas

6. el Colegio de San Isidoro, también conocido como el de los gramáticos, griegos y latinos

En el siglo XVII, los colegios de San Eugenio y San Isidoro se fundieron en uno solo, el Colegio de San Ambrosio.

COLEGIO DE LOS TEÓLOGOS DE LA MADRE DE DIOS

El Colegio de Teólogos de la Madre de Dios se sitúa dentro de la manzana fundacional de la Universidad. Fue uno de los primeros colegios menores fundados en época del cardenal Cisneros, dedicándose al estudio de la Teología y la Medicina. Entre sus colegiales estuvo Francisco Vallés, médico de Felipe II. En su interior, el licenciado Francisco Murcia de la Llana firmó el testimonio de las erratas de la primera parte del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, en diciembre de 1604. Hoy es sede del Colegio de Abogados.

Tras el fallecimiento de Cisneros en 1517, dio comienzo una nueva fase de colegios menores fundados y financiados por parte de la Monarquía de los Habsburgo, por personas privadas, por órdenes militares y por órdenes religiosas como los agustinos, dominicos, franciscanos, jesuitas, cistercienses, trinitarios, y carmelitas descalzos y calzados. La incorporación de una treintena de nuevos colegios menores en los amplios terrenos de la ciudad universitaria formó un conglomerado de edificios. La ciudad civil tuvo que adecuarse a las nuevas necesidades.

El Colegio-Convento de San Agustín es un edificio renacentista fundado en 1518, y refundado y edificado en la calle de los Colegios a partir de 1533 bajo el nombre de Colegio de Agustinos Calzados de San Agustín el Real. Su verdadero artífice fue el agustino santo Tomás de Villanueva, antiguo colegial del Mayor de San Idelfonso y arzobispo de Valencia. A partir de 1555, gracias a la protección de Juan de Austria, hermana de Felipe II, pasó a formar parte del Patronato Real. La portada está formada por un arco de medio punto sobre una hornacina con la escultura central de san Agustín y los escudos laterales de Juan de Austria y de la Orden agustina. En la actualidad alberga unos juzgados.

COLEGIO DE SAN AGUSTINOS CALZADOS

El Colegio de San Jerónimo o Trilingüe se unió al Colegio Mayor a través del Patio de Continuos, construido por Pedro de la Cotera en estilo renacentista, entre 1557 y 1570. Desde uno de los laterales de este patio se accede al ParaninfoEl origen de este colegio, por tanto, se remonta a los primeros tiempos de la universidad. Desde 1929, alberga la primera ubicación del Parador de Turismo conocido como Hostelería del Estudiante.

El Colegio-Convento de San Basilio Magno fue fundado en 1660, la obra principal del conjunto colegial no se finalizó hasta bien entrado el siglo XVIII. Su iglesia es un bello ejemplo de tipología de planta central con forma hexagonal. Actualmente alberga las aulas de Música, Bellas Artes, Danza y Fotografía, así como un auditorio de la Universidad de Alcalá.

La Iglesia y Colegio Máximo de la Compañía de Jesús se construyó como el principal centro educativo de la Orden en la provincia jesuítica de Toledo. La iglesia, actual parroquia de Santa María, es un ejemplo de estilo barroco establecido en los edificios de la Compañía. El interior del colegio conserva una gran escalera del siglo XVIII trazada por Ventura Rodríguez. El colegio es actualmente Facultad de Derechos de la Universidad de Alcalá mientras que la iglesia continúa su culto bajo la advocación de Santa María la Mayor.

El Colegio de Santa María de Regla y de los Santos Justo y Pastor fue fundado en 1586 por Francisco Trujillo, canónigo de la Iglesia Magistral y antiguo colegial del Mayor de San Ildefonso. Al ser este obispo de León, también fue llamado Colegio de León. El edificio tenía una sola planta entre dos torreones y, en el centro, una portada adintelada en piedra, al estilo del vecino Colegio del Rey.

IGLESIA Y COLEGIO MÁXIMO DE LA ORDEN JESUÍTICA

Durante el reinado de Felipe II, la Universidad de Alcalá se convirtió en una excelente cantera de administradores y funcionarios con destino a las estructuras de gobierno tanto de la España peninsular como de los virreinatos de América.

Entre 1620 y 1630, consiguió alcanzar los 3.500 estudiantes matriculados. Un récord que no impidió que, durante el siglo XVII, su prestigio y eficiencia fuesen entrando en decadencia a la par que el Imperio español.

Por sus aulas pasaron médicos, filósofos, científicos, políticos y religiosos. Grandes personalidades de la historia y la cultura españolas fueron: el humanista Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la lengua española, en 1492; los místicos san Juan de la Cruz y fray Luis de León; los grandes literatos del Siglos de Oro de las Letras españolas como Miguel de Cervantes, Félix Lope de Vega, Tirso de Molina, Mateo Alemán, Francisco de Quevedo o Pedro Calderón de la Barca; el reformista ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos; el presidente de la II República Manuel Azaña, entre otros muchos.

COLEGIO DE SANTA MARÍA DE LA REGLA

El agustino fray Luis de León se matriculó en 1556 e impartió clases en el Colegio de los Agustinos, como declaró ante la Inquisición: "En Alcalá estuve año y medio, en diferentes veces, oyendo y leyendo." Durante sus estancia hizo gran amistad con el humanista Benito Arias Montano, autor de la Biblia Políglota Regia. El escritor místico dedicó estos versos a esta institución:
"¡Que descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!"
Mateo Alemán, autor de la novela Guzmán de Alfarache, estudio en 1566, y a la ciudad universitaria elogió con estas palabras:
"¿Quién, dónde o cómo se hace hoy en el mundo como en las escuelas de Alcalá? ¿Dónde tan floridos ingenios en artes, medicina y teología? ¿Dónde los ejercicios de aquellos colegios teólogo y trilingüe, de donde cada día salen tantos y tan buenos estudiantes?"
En el Colegio de los Manriques vivió Félix Lope de Vega, siendo estudiante de la Universidad en 1576:
"Crióme don Jerónimo Manrique,
estudié en Alcalá, bachilleréme,
y aun estuve de ser clérigo a pique."
Y, en este Colegio de los Manriques fue capellán el maestro León Marchante, que falleció en Alcalá, en 1680.
"Por Alcalá no volvieron los reyes, porque se cuenta, que estaban los gigantones con sarampión y viruelas."
Francisco de Quevedo fue alumno del Colegio del Rey durante sus estudios en Alcalá, entre 1596 y 1600.
"Casi era peor lo que había pasado en Alcalá en un día que todo lo que me sucedió con el dómine Cabra." 
"… salimos del mesón a la casa que nos tenían alquilada que estaba fuera de la puerta de Santiago, patio de estudiantes donde hay muchos juntos…"

COLEGIO DE SAN JERÓNIMO

La Universidad estuvo inmersa en el contexto de la Reforma Universitaria de la Ilustración española, y Gaspar Melchor de Jovellanos impulsó sus estudios. En 1777, la dirección de la universidad se separó del poder del Colegio Mayor de San Ildefonso, mediante unos nuevos estatutos y agrupamiento de varios colegios menores en el nuevo Colegio Menor de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, en 1779. En esta línea reformista, la renombrada Real Universidad de Alcalá se trasladó de forma momentánea a una nueva sede en el antiguo edificio del Colegio Máximo de los Jesuitas de Alcalá de Henares, regresando a la original en octubre de 1797.

En 1785, María Isidra de Guzmán y de la Cerda obtuvo el doctorado en Filosofía, siendo la primera mujer en alcanzar tal grado académico en España.

Pero aquellas reformas de la Ilustración no consiguieron frenar el declive de la universidad española en general, cada vez más alejada de las necesidades de la sociedad civil. El pensamiento ilustrado generó un férreo intervencionismo gubernamental sobre estas instituciones. Una de las medidas borbónicas más relevantes fueron las Reales Cédulas de Carlos III, dictadas entre 1771 y 1787, con el objetivo de unificarlas. Aquel intentó reformador fracasó al no poder renovar al profesorado.

COLEGIO-CONVENTO DE SAN BASILIO MAGNO

El siglo XIX, supuso el definitivo declive y clausura de esta institución en la ciudad de Alcalá de Henares. Durante la Guerra de la Independencia, entre 1808 y 1814, fue ocupada por el Ejército napoleónico y convertida en asentamiento militar permanente.

En 1821, durante el Trienio Liberal de 1820-1823, parte del patrimonio académico, bibliográfico y mobiliario se entregó a la recién fundada Universidad Central de Madrid, construyéndose un edificio para esta con el beneficio obtenido por la venta de parte de aquella.

En 1836, el Colegio Mayor de San Ildefonso fue cerrado junto a las pocas escuelas menores que quedaban activas. Más bien fue un traslado de sede con destino final en la Central de Madrid. Los gobiernos liberales deseaban tener una universidad en la capital y no a las afueras. Por eso, esta decisión fue tomada tras la definitiva caída del Régimen absolutista y la llegada del Estado liberal en 1833, bajo el reinado de Isabel II. Además, los liberales consideraban que solo era "una residencia de gentes petulantes, atentos únicamente a sostener su casta de estudiantes", incluso fue acusada de colaboracionismo con los carlistas. Entonces, ya contaba con muy pocos estudiantes y muchos profesores aceptaron la oferta de trasladarse a la nueva sede central.

COLEGIO DEL REY

Los edificios que habían albergado la Universidad Cisneriana se subastaron pasando a titularidad del empresario Joaquín Alcober, en 1845, que pretendía establecer en el Colegio Mayor un telar y un criadero de gusanos de seda. Su proyecto no se materializó y revendió el complejo universitario al político y mecenas Javier Quinto y Cortés, quien se llevó gran parte de las obras de arte decorativas. Ante la posibilidad de que el valioso patrimonio fuese desapareciendo, un grupo de vecinos fundó una sociedad para la protección y la conservación del patrimonio histórico, en 1851. Fue la denominada Sociedad de Condueños de los edificios que fueron Universidad.

En la actualidad, los herederos de estos vecinos socios de Alcalá siguen siendo los propietarios de una parte importante de los inmuebles que antiguamente conformaron la denominada Manzana Universitaria, los cuales se encuentran arrendados a la actual Universidad de Alcalá.

Otros de los edificios que se mantuvieron aún abiertos tras la clausura del San Ildefonso en 1836, fueron suprimidos en 1843 y pasaron a los planes de desamortización de los bienes de la Iglesia durante el siglo XIX, los de Madoz y de Álvarez de Mendizábal. Algunas de aquellas instalaciones terminaron en poder del Estado con diversas utilidades: Academia Militar, Escuelas Pías y Centro de Formación de la Administración del Estado.

Tras el real decreto de la reina regente María Cristina, la universidad fue ocupando distintas sedes durante el siglo XIX. Primero ocupó el Real Seminario de Nobles, pero su emplazamiento más estable fue un edificio de Noviciado, propiedad de los jesuitas, que había sufrido las desamortización.

SOCIEDAD DE CONDUEÑOS

En el primer cuarto del siglo XX, se proyectó levantar una sede de mayores dimensiones para la universidad de la capital, cuyas obras comenzaron en 1927 bajo los auspicios de Alfonso XIII. Durante la Guerra Civil, el recinto sufrió graves desperfectos y, tras su reconstrucción, recuperó parte de la influencia que había ejercido hasta entonces.

La Universidad Central fue la primera española en conseguir la potestad para otorgar el título de doctor, en 1857, hasta que el privilegio se amplió a la Universidad de Salamanca, en 1945. Finalmente, en 1970, obtuvo el nombre que disfruta en la actualidad Universidad Complutense de Madrid. Su crecimiento ha sido imparable en cuanto al número de alumnos, 85.000, solo superado por el de la UNED. Aquel año, se reorganizó su ubicación y se fundó la Politécnica de Madrid para albergar los estudios técnicos. Más tarde, desarrollaría su actividad en el campus de Somosaguas, en Pozuelo de Alarcón. Su biblioteca está considerada la que contiene el mayor número de fondos de España tras la Biblioteca Nacional.

En sus aulas impartieron clases personalidades como Santiago Ramón y Cajal, José Ortega y Gasset, Blas Cabrera, Gregorio Marañón, Francisco Giner de los Ríos, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Francisco Ayala, Jacinto Benavente, Camilo José Cela, Antonio Maura, Emilio Castelar, Manuel Azaña, Adolfo Suárez, etc.

Tras la caída del Régimen franquista, en 1975, se reutilizaron algunas de las instalaciones alcalaínas donde poder impartir facultades la Universidad Central, que cambió su denominación a Universidad Complutense de Madrid, con el objetivo de descongestionarla de su masificación.

RELIEVES ESCULTÓRICOS SOBRE EL PATIO DE SANTO TOMÁS

En 1977, se reabrió la nueva Universidad de Madrid, con sede en Alcalá de Henares, de nueva creación. En 1891, obtuvo la sanción legal del escudo y de su lema "Compluti urbis universitas" (Universidad de la ciudad de Alcalá), y el reconocimiento legal bajo la nominación de Universidad de Alcalá de Henares. El 5 de noviembre de 1996, se aprobó la denominación de Universidad de Alcalá.

El 2 de diciembre de 1998, la UNESCO declaró al sitio Ciudad Patrimonio de la Humanidad "en reconocimiento a su historia como capital de las Letras y las Ciencias durante el Renacimiento y el Siglos de Oro".

En el siglo XXI, la Universidad de Alcalá busca la conexión entre el presente y su esplendoroso pasado renacentista. Posee campus en Alcalá de Henares y en Guadalajara, imparte 38 titulaciones oficiales de grado, además de otras tantas titulaciones oficiales posgrado, 58 maestrías y 28 doctorados, y 71 estudios propios y cursos de formación continua.

Actualmente están matriculados unos 29.000 alumnos aproximadamente y ejercen la docencia 2.075 profesores. Es la primera de las universidades españolas en cuanto a la recepción de alumnos internacionales y en su paraninfo se entrega el premio Cervantes cada año.

CENOTAFIO DEL CARDENAL CISNEROS

ANTONIO DE ULLOA PROMOTOR DE LA ILUSTRACIÓN CIENTÍFICA


El militar, naturalista y escritor Antonio de Ulloa pasó a la historia por tomar parte, junto a Jorge Juan, de la Expedición franco-española a Quito para la medición del arco de meridiano en Ecuador y que resultó fundamental para conocer la forma exacta de la Tierra. Durante su estancia en el Virreinato del Perú, descubrió el metal Platino, un elemento químico de número atómico 78.

Además, contribuyó a que la Real Armada española se convirtiese en un cuerpo militar ilustrado y científico bajo la protección del consejero real Zenón de Somodevilla, participando en múltiples actividades científicas. Fue gobernador de Luisiana.

ANTONIO DE ULLOA PROMOTOR DE LA ILUSTRACIÓN Y LA CIENCIA

Antonio de Ulloa y de la Torre-Guiral nació en Sevilla, en 1716. Pertenecía a una familia de la nobleza Sevilla, proveniente de Galicia, instalada en tierras andaluzas desde la reconquista de Granada. Era el segundo de diez hijos del empresario y economista Bernardo de Ulloa y de Josefa. Su hermano fue ingeniero del Canal de Castilla.

Cursó estudios primarios en el Colegio de los Dominicanos de Santo Tomás de su ciudad, y con catorce años se enroló como voluntario en la Real Armada de Galeones. A bordo del San Luis realizó su primera misión a América, desde Cádiz a Cartagena de Indias, regresando en 1732.

Al año siguiente, consiguió plaza en la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz, escuela naval militar fundada por el secretario real José Patiño, en 1717, que tenía como principal objetivo formar a los jóvenes pertenecientes a la baja nobleza en los nuevos métodos de navegación y combate. Allí se impartían modernos estudios técnicos y científicos con asignaturas como aritmética, geometría, trigonometría, observaciones astronómicas, navegación, cálculos de estima, hidrografía, cartografía, etc., completando una formación humanística con otras clases de dibujo, música y danza.

Las avanzadas teorías de Newton eran divulgadas en esta reserva científica, de la que habrían de salir técnicos muy cualificados para la Armada. Cádiz era la capital comercial y científica de la España de su tiempo, una puerta abierta a la Europa ilustrada, a las corrientes enciclopedistas y al comercio con América, en una sociedad dieciochesca que se resistía al avance de las nuevas ideas. El mismo Voltaire tenía una casa comercial en Cádiz.

ANTONIO DE ULLOA Y TORRES-GUIRAL

En 1733, su primer año enrolado en la Real Compañía de Guardas Marinas, tomó parte de una expedición naval a bordo del navío Santa Teresa con el objetivo de defender la coronación del infante Carlos en el trono de Nápoles, futuro Carlos III de España, contra las aspiraciones del emperador de Austria.

En 1734, Felipe V recibió la solicitud de su primo el rey Luis XV de Francia, para que una expedición de la Real Academia de Ciencias de Paris formada por Louis Godin, Pièrre Bouger y Charles M. de la Condamine, viajase a Quito, en el Virreinato del Perú. El objetivo del proyecto era la medición de un arco de meridiano terrestre y obtener el valor de un grado que pudiese ser comparado con otras mediciones practicadas por Maupertius en Laponia. Fue la llamada Expedición Geodésica franco-española. Esta fue la expedición científica española más importante durante la primera mitad de la centuria ilustrada.

Lógicamente un arco correspondiente a un radio menor sería más pequeño que el de otro radio mayor, siendo sus ángulos iguales. De estas mediciones se obtendrían distintos valores para los diferentes arcos medidos, que determinarían con exactitud la forma de la Tierra.

MODELOS GEODÉSICOS DE LA FORMA DE LA TIERRA

Este problema que venía planteándose desde la Grecia clásica, se convirtió en el siglo XVIII en una polémica que duraba casi un siglo, alcanzando el punto de determinar si tenía forma de melón, como decían académicos como Cassini, partidarios además de la mecánica cartesiana, o de sandía, como defendía Maupertius y otros sabios como Newton, Halley y Huygens, apoyándose en la (los cuerpos pesaban menos en el Ecuador), o en las experiencias del péndulo (no oscilaba con la misma frecuencia en diferentes lugares). Contra estos últimos estaba casi todo el mundo, incluida la España ilustrada de Feijóo, y sería la famosa expedición la que zanjaría la polémica a favor de ellos. Y, efectivamente, la Tierra está achatada por los polos.


El rey Felipe V de España, primo del francés Luis XV, autorizó la realización de esta segunda expedición al virreinato, ya que los Pactos de Familia entre ambos reyes Borbones permitía este tipo de colaboraciones, además era un admirador de los sabios franceses. El secretario real José Patiño permitió la puesta en marcha del proyecto por la repercusión internacional e interés geoestratégico que podía tener, pero a cambio exigió la inclusión de almirantes españoles dentro del grupo expedicionario.

Mediante una Real Orden del 20 de agosto de 1734, Patiño ordenaba elegir a dos de sus más hábiles oficiales, que acompañasen y ayudasen a los académicos franceses en todas las operaciones de medición. Estos dos oficiales deberían reunir las condiciones no solo de buena educación, sino la instrucción necesaria para poder ejecutar todas las observaciones y experiencias al objeto, y cuyo resultado fuese fruto de sus propios trabajos, con independencia de los extranjeros.

JORGE JUAN Y SANTACILIA

Sorprendentemente eligieron, no a dos oficiales, sino a dos jóvenes guardias marinas: Antonio de Ulloa tenía diecinueve años, el otro era el alicantino Jorge Juan y Santacilia, que tenía veintiuno. Fue requerido en sustitución del ecijano Juan García del Postigo y Prado, que se encontraba embarcado en un viaje a las Indias. Ambos habían finalizado sus estudios brillantemente, pero carecían de graduación militar, por lo que se les ascendió al empleo de tenientes de navío. Desde el primer momento surgió una amistad y comprensión que se prolongó toda la vida, repartiéndose el trabajo según las instrucciones recibidas; Jorge Juan sería el matemático, Antonio de Ulloa el naturalista.

Los objetivos encomendados eran muy diversos:
1. colaborar con los científicos franceses en las mediciones del grado de un arco de meridiano por debajo de la línea del Ecuador.
2. realizar observaciones y redactar informes de todas las medidas físicas y astronómicas, cálculos de longitud y latitud.
3. elaborar estudios sobre etnografía, náutica, botánica, zoología y mineralogía.
4. levantar planos y cartas y efectuar descripciones de puertos y fortificaciones de las ciudades.
5. redactar un informe secreto sobre la situación política y social, así como analizar aspectos que pudieran mejor las condiciones económicas y administrativas de las gobernaciones virreinales.
6. llevar un control policíaco sobre los académicos franceses, dado que toda información que obtuvieran iba a caer en manos de los ministros de Luis XV.

Con todas estas instrucciones partieron de Cádiz, el 26 de mayo de 1735. Antonio de Ulloa viajaba en la fragata Incendio, comandada por Agustín de Iturriaga. Jorge Juan lo hacía a bordo del navío El Conquistador. El 7 de julio, llegaron a Cartagena de Indias, en el Virreinato de Nueva Granada, pero hasta el 15 de noviembre no lo hicieron los académicos franceses, y juntos emprendieron la ruta por Guayaquil para arribar a Quito.

En mayo de 1735, los dos marinos españoles partieron desde Cádiz a bordo de las fragatas Conquistador e Incendio. La travesía atlántica fue aprovechada para realizar observaciones astronómicas y pruebas con diferentes instrumentos sobre la influencia de los vientos y las corrientes marinas. A inicios de de junio, desembarcaron en Cartagena de Indias, en el Virreinato de Nueva Granada. Los franceses pasaron un periodo de cuatro meses en la isla de Santo Domingo (La Española). El tiempo de espera fue aprovechado por los guardiamarinas para reconocer la ciudad y sus alrededores, dibujar un plano y reunir información económica, social, histórica, geoestratégica y de otras áreas.

plano cartografía Quito siglo XVIII Ulloa Juan
CARTA ESCENOGRÁFICA DE SAN FRANCISCO DE QUITO

Tomando muestras minerales traídas en el Chocó (en el actual estado de Colombia), en 1735, Antonio Ulloa descubrió la existencia del elemento químico Platina, debido a su parecido con la Plata y que con el tiempo ha sido llamado Platino. Fue el primero en realizar un riguroso análisis y descripción del elemento de número atómico 78. Durante aquel tiempo, en la industria de la extracción del oro era considerado como un metal sin valor, un metal basura, en el proceso de beneficio, incluso los incas ya habían utilizado este metal para fabricar adornos.

Pero resultó ser un hallazgo científico singular a partir de las investigaciones de Ulloa. Entonces, empezó a tomarse como un valioso metal, y en la actualidad sirve como material de fabricación para circuitos electrónicos, como catalizador en vehículos junto con elementos de su misma familia como el paladio y el rodio, e incluso para la industria química y joyería.

Es destacable el gesto que las autoridades españolas hicieron con respecto a este metal, ya que en lugar de crear un monopolio o una industria exclusiva, repartieron muestras del mismo a toda academia científica que solicitaba su conocimiento y experimentación. Fue un paso más para el objetivo de fundir y malear el metal de la forma más cómoda y útil.

ANTONIO DE ULLOA Y METAL PLATINO

Una vez reunidos con los académicos franceses en Cartagena de Indias el 15 de noviembre, se dirigieron al Virreinato del Perú, atravesando el continente americano por el istmo de Panamá. En la costa del océano Pacífico pusieron rumbo sur en el navío
San Cristóbal, desde la ciudad de Panamá hasta los puertos de Manta y de Guayaquil. En esta última ciudad, consiguieron un equipo de instrumental científico de gran exactitud.

El 29 de mayo de 1736, Juan, Ulloa y Goudin llegaron a la capital del virreinato. Se alojaron en la residencia oficial de Dionisio de Alcedo y Herrera, presidente de la Audiencia, donde se repusieron de la dureza del recorrido. El resto de la expedición lo haría semanas después.

Lo primero fue determinar un área de trabajo idóneo desde el cual medir una longitud terrestre, base de las triangulaciones. Los extremos de la triangulación fueron el pueblo de Yaruquí, en las cercanías de Quito, y la ciudad de Cuenca, situada tres grados más al sur de la primera, a una distancia de 250 kilómetros. Esta área de estudio entre ambas ciudades es un lago valle andino delimitado por dos cadenas montañosas paralelas, que facilitaba la elección de vértices a una y otra parte del gran corredor que las une. La medida de longitud a emplear era la toesa, equivalente a casi 2 metros (198 cms).

ETNOGRAFÍA ANDINA DEL VIRREINATO DEL PERÚ

Pero el proceso de medición triangular resultó ser bastante complicado, ya que requería la colocación de señales en puntos determinados tanto en el valle como en lo alto de picos montañosos, algunos a más de 4.000 metros de altura de las dos sierras. Era necesario tomar datos en puntos muy concretos del terreno ecuatoriano en condiciones climatológicas y físicas extremas como ciénagas, terrenos escarpados y cumbres como el macizo volcánico de Pichancha, el Corazón o el Sinasaguan, sufriendo lluvias torrenciales, fuertes vientos, nieve, granizo y enfermedades tropicales.

Más tarde, en 1748, Ulloa describía en su Relación Histórica del Viaje a la América meridional muchas de las dificultades y sufrimientos que tuvieron que soportar los "caballeros del punto fijo":
"Nuestra común residencia era dentro de la choza, así porque el exceso del frío y la violencia de los vientos, no permitían otra cosa, cuando porque de continuo estábamos envueltos en una nube tan espesa que no dejaba libertad a la vista.... cuando se elevaban las nubes, todo era respirar su mayor densidad, experimentar una continua lluvia de gruesos copos de nieve o granizo, sufrir la violencia de los vientos y con ésta, vivir en continuo sobresalto, o de que arrancaran nuestra habitación y dieran con ella y con nosotros en el tan inmediato precipicio, o de que la carga de hielo y nieve, que se amontonaba en corto rato sobre ella, la venciese y nos dejase sepultados."
Entonces, la expedición se separó en dos grupos, cada uno en sentido contrario, con el objetivo de comprobar la exactitud. En un grupo marcharon Bouguer con Ulloa, y en el otro Goudin con La Condamine y Juan, los cuales alcanzando la máxima extensión el 5 de noviembre.

MEDICIÓN TOPOGRÁFICA DEL SIGLO XVIII

A continuación, dio comienzo el proceso de medición física formando una serie de triángulos. Pero estas observaciones físicas debían ser contrastadas con las astronómicas. Después de dos años de mediciones, Godin descubrió diferencias en la situación de las estrellas que habían servido para calcular tanto la longitud como la latitud del emplazamiento, por lo que tuvieron que repetir todas las observaciones. Para mejorar la exactitud de las mediciones, Godin, Juan y el relojero Hugot, tuvieron que construir un instrumento de 20 pies de largo.

Completadas las triangulaciones con éxito, era necesario reducir las mediciones al nivel del mar. El astrónomo Pierre Bouguer se encargó de unir los triángulos con el océano Pacífico, mientras que Jorge Juan, situando una señal en la cima del Pichincha, fue descendiendo después hasta el encuentro con el nivel del mar.

Además de las mediciones triangulares, los estudios científicos fueron ampliados a mediciones de la velocidad del sonido y de la reflexión de la luz, la observación de eclipses y de oscilaciones del péndulo, y la cartografía de planos de la región.

Con el conocimiento exacto de la forma y la magnitud de la Tierra, se podía realizar planos cartográficos más perfectos, situando correctamente longitud y latitud. De hecho, ambos científicos españoles realizaron cuarenta de las cien cartas modernas del mundo. Juan estableció como valor del grado de Meridiano contiguo al Ecuador, 56.767.788 toesas, en un cálculo que fue el más aproximado de todos. La unidad de medida pasó a ser el metro, y con ello un sistema métrico decimal adoptado universalmente.

PUERTO DE CARTAGENA DE INDIAS, SIGLO XVIII

En 1740, Ulloa se reunió en Quito con integrantes de la expedición francesa y juntos participaron en la observación de un cometa. Junto con Bouguer, realizó la descripción de un arco iris originado por la niebla.

En 1739, había comenzado la Guerra de la Oreja de Jenkins (Guerra del Asiento), entre Inglaterra y España, conflicto que se prologaría hasta 1748. Entonces, una potente armada al mando de Edward Vernon había saqueado y tomado las ciudades de Portobelo y Panamá desde el Caribe. Por el Pacífico, tras doblar el cabo de Hornos, el comodoro inglés George Anson había saqueado el puerto de Paita, en noviembre de 1741

Ulloa y Juan tuvieron que interrumpir sus observaciones geodésicas en Cuenca para presentarse con urgencia en Lima ante el virrey, el marqués de Villagarcía. En calidad de oficiales marinos les fue encargada la organización de la defensa de las costas y plazas del océano Pacífico sur americano, principalmente de Guayaquil y de El Callao. Organizaron la defensa del puerto de Guayaquil, especialmente mala era la situación del puerto de El Callao, principal enclave estratégico hacia Lima. Visitaron ciudades como Chancay, Trujillo y Oiura, describiendo la realidad económica y administrativa, y su desarrollo científico y técnico, y participando en la construcción los navíos Nuestra Señora de Belén y Rosa del Comercio.

ANTONIO DE ULLOA Y JORGE JUAN

En diciembre de 1742, Ulloa y Juan iniciaron una expedición marítima en corso con el objetivo de recorrer las costas del Pacífico sur, al mando de los dos navíos. Navegaron hacia la Capitanía General de Chile, avistaron las islas del archipiélago Juan Fernández, y se aprovisionaron en la bahía de la Concepción en febrero de 1743. Después de divisar Valparaíso, regresaron rumbo norte hasta el puerto de El Callao, en julio del mismo año.


Esta navegación de seis meses fue aprovechada por los dos guardiamarinas españoles, al igual que desde su salida de Cádiz, para anotar rumbos, derroteros, corrientes y vientos, y fenómenos marinos. Realizaron observaciones astronómicas, barométricas, de latitud y del péndulo, y cartografiaron las costas, bahías, puertos y ciudades por las que pasaban, y describieron flora y fauna de los lugares que pasaron.

A inicios de 1744, se incorporaron a los trabajos que realizaba la expedición geodésica, que fueron concluidos en mayo del mismo año.

Después de nueve durísimos años, de intenso trabajo científico, Jorge Juan y Antonio de Ulloa demostraron su solvencia en la resolución de problemas, contribuyeron a realizar trabajos científicos a la altura de sus compañeros y se habían convertido en grandes observadores de los paisajes, los conflictos sociales y las debilidades del amplio Imperio español. El resultado final fue impresionante, superó cualquier expectativa, incluso el de los franceses.

RESULTADO GEODÉSICO DE LA FORMA DE LA TIERRA

Concluidas todas sus comisiones, los dos españoles embarcaron por separado, guardando cada uno un archivo completo de los trabajos e informes realizados. Desde el puerto de El Callao, doblaron el cabo Hornos en dos barcos franceses hasta llegar a Santo Domingo, y desde allí regresaron a Europa, pero con desigual final. Mientras que el navío Lis en el que viajaba Juan llegó a Brest sin incidencias, el navío Nuestra señora de la Deliberanza de Ulloa fue detenido por los ingleses en Lousbourg, enclave portuario francés al norte de América (actual Canadá). Durante el trayecto, Inglaterra declaraba la guerra a Francia.

Antes de esto, arrojó al mar los documentos más comprometedores, los referentes a la defensa, economía y administración. Conservaba los textos más científicos sobre la medida del grado, y observaciones físicas y astronómicas, que entregó advirtiendo del interés que todas las naciones de Europa habían mostrado en este proyecto. Desde allí fue enviado preso a Portsmouth, pero interesándose por sus papeles los comisarios y comunicándolo al Almirantazgo, el duque de Bedford le concedió la libertad expresando que la guerra no debía ofender a las ciencias ni a las artes ni a sus profesores.

En la capital británica, el ministro de Estado conde de Harrington, anterior embajador en España, le presentó a Martin Folkes, presidente de la Royal Society, quien custodiaba sus documentos desde el Almirantazgo, y tras reconocer su alto valor científico se los devolvió. Tanto Folkes como el conde de Stanhop le propusieron ingresar como miembro de la Real Sociedad de Londres, desde diciembre de 1746. Gozaba de gran reputación dentro de los círculos ilustrados de Europa, y aunque siguió prisionero, se le otorgó algunos privilegios por ser una autoridad científica.

ANTONIO DE ULLOA Y TORRES-GUIRAL

Ulloa pudo se liberado, y regresar a Madrid a través de Lisboa, en julio de 1746. En la Corte había fallecido el rey Felipe V, unos meses antes, y reinaba Fernando VI. Patiño había caído, y el nuevo secretario de Hacienda, Guerra, Marina e Indias era el marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla y Bengoechea. Este vio en ellos a las personas ideales para desarrollar su política naval y de armamentos, apreciando su valía. Reconoció la importancia de las investigaciones que habían efectuado, les ascendió a capitanes de fragata, y ordenó la publicación oficial de los resultados de la expedición adelantándose a los franceses.

Tras recopilar toda la información basa en informes, memoras y planos, dividieron sus tareas. Juan se ocupó de los aspectos científicos, mientras que Ulloa se ocupó de la historia, política, geografía, etnografía y otras cuestiones del virreinato. El resultado final fue una obra con el extenso título Relación histórica del viaje a la América Meridional. Fue publicada de forma conjunta en Madrid, en 1748, tres años antes que la edición francesa de La Condamine, aparecida en 1751, y tuvo una tirada inicial de 1.500 ejemplares.

Está dividida en dos partes y compuesta de cuatro volúmenes, los últimos escritos por Ulloa. El primer volumen trata desde lo referente al viaje desde la salida en Cádiz hasta la conclusión de la medida de los grados de meridiano terrestre situados junto al ecuador. El segundo es una descripción de la provincia de Quito. El tercero es contiene las expediciones de ambos por el Virreinato del Perú y el Reino de Chile. El cuarto y último volumen es una cronología de los hechos y autoridades desde la etapa prehispánica hasta la actualidad del momento que gobernaban en el Perú.

Tenía un doble objetivo: presentar el estado de las provincias de ultramar por donde pasaron y exponer las mediciones astronómicas y geodésicas. Pero, en ambas partes se describen los territorios y mares por los que pasó la expedición, las costumbres de sus gentes, condiciones meteorológicas y climáticas, la flora, la fauna, los cultivos y otros aspectos de su historia natural.

La Relación histórica tuvo gran éxito en los gabinetes científico de Europa. Se tradujo al inglés en 1758, en dos ediciones diferentes, en Londres y en Dublín, y tuvieron varias reediciones en las siguientes décadas. También fue editada en alemán, en 1761; en holandés, en 1772 y en francés, en 1776.

RELACIÓN HISTÓRICA DEL VIAJE A LA AMÉRICA MERIDIONAL

Además, Jorge Juan redactó una nueva obra específicamente científica con el título Observaciones Astronómicas y Phisicas, coincidiendo el mismo año con la obra conjunta con Antonio de Ulloa, en 1748.

En nueve libros. Jorge Juan recopilaba todos los trabajos de las observaciones y mediciones y exponía los resultados científicos. Sus conclusiones, puestas en relación con las obtenidas por la expedición francesa enviada a Laponia, confirmaban que, efectivamente, la Tierra no es una esfera perfecta, sino un geoide que está achatado por los polos y con ciertas irregularidades, tal y como preconizaba el científico británico Isaac Newton. Y se consiguió el grado de achatamiento de la Tierra.

Las Observaciones Astronómicas y Phisicas se convirtieron en un gran éxito de la ciencia española y tuvo un amplio reconocimiento internacional. Sus conclusiones fueron vitales para el posterior desarrollo de la navegación, la cartografía y para, siglos más tarde, la rotación de los satélites artificiales alrededor de la Tierra.

OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y FÍSICAS HECHAS EN PERÚ

Un año después, ambos científicos publicaron otra obra conjunta fruto de la expedición geodésica, la Disertación histórica y geográfica sobre el meridiano de demarcación entre los dominios de España y Portugal. Se trata de un libro de 175 páginas, compuesto por una introducción y cuatro temas. Pero el objeto tenía una intención más política que científica, pues debía establecer la frontera entre los Imperios español y portugués en América del sur. Este serviría para apoyar los intereses españoles en el Tratado de Madrid, acordado por Fernando VI de España y Juan V de Portugal, el 13 de enero de 1750.

Otra obra fruto de la expedición geodésica a Quito fue la escritura de un manifiesto que tenía un carácter político y un sentido crítico, redactado con un espíritu liberal sorprendente por su juventud. Ambos marinos denunciaban el lamentable estado de las fortificaciones y puertos y las deficiencias de las tropas militares por las ciudades que pasaron, desde Portobelo y Cartagena hasta Quito, Lima y las costas de Chile. Advertían de la multiplicidad de administraciones y los casos de corrupción.

Estas duras reflexiones políticas generaron que el ministerio de Marina e Indias ordenase la custodia del texto bajo secreto de estado, ya que comprometía la seguridad de los territorios en caso de ataque por una potencia enemiga. El manifiesto fue inédito y desconocido por los españoles hasta un siglo después. En 1826, fue publicado en Londres por David Berry con el título de Noticias secretas de América.

DISERTACIÓN HISTÓRICA Y GEOGRÁFICA

Conscientes en la Corte de las necesidades de renovación de actualización de la Real Armada española, el secretario real Ensenada le encargó la misión de viajar por Europa para conseguir información de carácter científico con total discreción, recorriendo los principales países de Europa. Su objetivo era reunir toda la información científica posible en cuanto a los más novedosos métodos de construcción naval y civil, y técnicas de fabricación, y adquirir libros, cartografías e instrumentos científicos. Antes de llegar a Francia, pasó por el Real Arsenal de Cartagena, las fábricas de seda de Valencia y el puerto de Barcelona.

Desde 1749 hasta 1752, estuvo visitando los países de Francia, Suiza, Flandes, Holanda, Prusia, Dinamarca, Suecia, los países bálticos y Rusia. La Cortes reales de Suecia y Prusia recibieron a Ulloa con entusiasmo.

A su regreso, Ulloa esta convencido de que las reformas e innovaciones eran el único camino para conseguir la reactivación de España como potencia europea, ideas coincidentes con otros muchos hombres ilustrados de su época. Como hombre de acción, lideró o participó varios proyectos científicos y civiles.

Por ejemplo, tomo parte en las obras de ingeniería del Canal de Castilla, tomando como base el Canal de Languedoc, la más importante obra de ingeniería hidráulica de Francia que había visto tiempo atrás.

OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y FÍSICAS HECHAS EN PERÚ

En 1752, fundó el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, actual Museo Nacional de Ciencias Naturales. Participó en la apertura de varias instituciones científicas como el primer Laboratorio de Metalurgia de España, la Casa del Geógrafo, y el Jardín de Plantas de Madrid. Contribuyó a la mejora de la productividad de las minas de azogue de Almadén, la fábrica de paños de Ezcaray, de Navarra y de Segovia.

Para trabajar en el laboratorio, Ulloa había contratado al científico irlandés Guillermo Bowles, años antes en París, durante su periplo europeo. Tras nacionalizarse español, Bowles inició investigaciones sobre el metal platino en 1753, el llamado "oro blanco" que Ulloa había descubierto en el Virreinato de Nueva Granada. El resultado de aquellos estudios fue Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Física de España.

En 1755, Ulloa se estableció de nuevo en Cádiz, donde ayudó a sus amigos Jorge Juan y Godin en la apertura del Real Observatorio Astronómico, y a impartir clases en la Academia de Guardias Marinas. Tuvo que redactar el informe sobre los efectos del devastador terremoto de Lisboa de 1755 en la ciudad.

En estos años, fue nombrado miembro de la Real Academia de las Ciencias de Estocolmo, de la Real Academia de las Ciencias de Berlín, y correspondiente de la Real Academia de Ciencias de París.

Museo Prado Gabinete Historia Natural
REAL GABINETE DE HISTORIA NATURAL

Tras esta etapa, fue requerido de nuevo para otra misión. Debía recorrer varias ciudades de los virreinatos españoles en América e inspeccionar todos los avances técnicos que se estaban desarrollando desde una perspectiva científica.

En 1758, fue nombrado gobernador de Huancavelica, en el Virreinato del Perú, superintendente de las minas de azogue de la región, tratando de reactivar su producción. Sus consejos sobre la administración de las exportaciones no fueron tomados en cuenta y las reformas que pretendía desplegar no fueron materializadas. Se enfrentó al atraso tecnológico y a la corrupción del gremio de mineros y los funcionarios locales. De hecho, tuvo que defenderse de las acusaciones contra él por abuso de autoridad, motivo por el cual ralentizó la puesta de marcha de sus avanzadas ideas y proyectos, tan renovadoras como incomprendidas por los funcionarios virreinales.

Tras ser relevado de su cargo de gobernador por petición propia a finales de 1764, y siendo contraalmirante de la Real Armada, Ulloa se estableció en La Habana, a la espera de un nuevo destino. Aprovechó su estancia en la isla de Cuba para elaborar un informe sobre el funcionamiento del sistema de comunicación postal entre la España peninsular y los territorios virreinales de América que estaba desarrollando Corres Marítimos. Esta empresa estatal recién fundada enviaba la correspondencia desde su central en La Coruña con destino al puerto de La Habana, para su posterior reparto por todo el continente.

En su Modo de facilitar los Correos de España con el Reino del Perú, escrito en 1765, no sólo ponía de manifiesto la inviabilidad de la ruta existente, también ofrecía una posible alternativa al respecto. Este análisis describía a la perfección las dificultades por las que atravesaba la distribución del correo por la América meridional, problemas que se solventaron cuando en 1767 una nueva línea postal quedase inaugurada entre La Coruña y Buenos Aires.

SELLO HOMENAJE A ANTONIO DE ULLOA

Tras la Guerra de los Siete Años entre 1756 y 1763 y por el Tratado de Fontainebleau de 1762, España perdía el territorio de Florida en beneficio de Inglaterra, además Francia cedía a España el territorio del actual estado de Luisiana, como compensación a las pérdidas sufridas por sus compromisos en el Pacto de Familia que le obligaba a una alianza militar frente Inglaterra.

Ulloa fue nombrado gobernador de Luisiana (Florida occidental), tomando posesión en 1766 hasta 1768. Gracias a su buen dominio del idioma francés aprendido de los franceses en la Expedición geodésica a Quito, pudo desempeñar su gobernación con autoridad. Pero, de igual manera que en Perú, encontró una seria oposición por los colonos franceses que no aceptaron el dominio español y mucho menos la restricción del comercio a seis puertos peninsulares. Durante su mandato prohibió el comercio y la entrega de armas a los indios, pero no tuvo éxito en su reclamación de ayuda económica a la Corte.

Las fuertes tensiones y un conato de rebelión hicieron que Ulloa zarparse con rumbo a la Habana. La revuelta de Luisiana fue sofocada por el mariscal de campo Alejandro O’Reilly, al año siguiente, quien le sustituyó como gobernador.

Durante su convulsa estancia en Luisiana, contrajo nupcias en Nueva Orleans con Francisca Ramírez de Laredo, proveniente de una familia notable de Lima. Con ella tendría varios hijos, entre los cuales destacaron Francisco Javier de Ulloa, marino que participó en el combate de Trafalgar, llegando a ser ministro de Marina y general de la Armada; y Buenaventura de Ulloa, que fue teniente de fragata y comendador de Ocaña.

PUERTO DE CÁDIZ, SIGLO XVIII

En 1768, Ulloa emprendió el regreso a España con su familia. De nuevo en Cádiz, su ciudad predilecta, fue nombrado jefe de escuadra, al igual que su compañero Jorge Juan.

Entre los años 1770 y 1776, Ulloa impartió clases en la Real Academia de Guardias Marinas. En esta etapa redactó el libro La marina. Fuerzas navales de la Europa y costas de Berbería, que no fue publicada hasta 1995, quizás porque daba cuenta de la necesidad de información de las armadas europeas, y en cambio aportaba datos de interés sobre la antropología, geografía y geofísica de América.

La obra que consiguió un gran interés fue Noticias Americanas, publicada en 1772, que fue traducida en varios idiomas y tuvo sucesivas ediciones. Abordaba la geografía de los territorios, poblaciones, climas, minerales, plantas, animales, fósiles, y otros aspectos de Suramérica y la parte oriental de Mesoamérica.

Al año siguiente, dirigió el proyecto de fortificación del puente de la Barqueta en Sevilla, para resguardar a la ciudad de las riadas del Guadalquivir.

Debidos a su experiencia en cuestiones náuticas, en 1776, se le encomendó la misión de comandar la última gran Flota de Indias desde Cádiz a Veracruz, ante el riesgo de guerra con Inglaterra. Una vez en Tierra Firme, se ocupó de la dirección de la Real Armada de Nueva España con el rango de almirante general. Durante su misión, colaboró con el virrey Bucarelli, participando en la reorganización de la flota del virreinato, además de la construcción de un astillero en el puerto de Veracruz.

En cuanto a la actividad científica, recopiló una gran información sobre la realidad mexicana, que dejó escrita en Descripción geográfico-física de una parte de la Nueva España, en Cádiz en 1778. Esta obra quedó inédita, siendo publicada en 1979.

VIRREINATO DEL PERÚ

Durante la travesía de regreso a Cádiz, pudo observar y definir por primera vez un eclipse solar total en alta mar desde la nave capitana España. Los resultados del estudio fueron publicados en la obra El eclipse de sol, en 1779, obteniendo una amplia repercusión entre la comunidad científica europea.

Una vez en España, realizó actividades puramente militares, en las que no sobresalió especialmente. Con el grado de teniente general, participó en el Sitio de Gibraltar de 1779, y en la expedición naval para la invasión a Gran Bretaña en el marco de la guerra de la independencia de las Trece Colonias americanas. Al mando de los navíos Real Fénix, Gallardo, Deligente y San Julián y las fragatas Santa Magdalena y Santa Mónica, se debía reunir en el puerto de La Coruña, junto a la flota del almirante Córdova, y unificarse a la francesa para emprender rumbo norte.

Su función era de la navegar en corso con destino al archipiélago de las Azores, para proteger a los buques de la Carrera de Indias que hacían escala en este punto de Atlántico, así como batirse en combate con las embarcaciones británicas que apareciesen.

Fracasó en la misión que le fue encomendada como comandante de la flota de las Azores, regresando a Cádiz en octubre de 1779. Al año siguiente, fue sometido a un consejo de guerra junto a otros dos capitanes de fragata. Fue declarado inocente de los cargos que a él se imputaban y no volvió a ejercer actividades militares el resto de su vida. Su actuación fue defendida en su texto Justa vindicación de mi honor, que guardó en la biblioteca del Convento Agustino de San Acacio, primera biblioteca pública de Sevilla. Aunque fue escrita en 1872, no fue publicada hasta 1995, por Pérez-Mallaína con el título La campaña de las Terceras.

REAL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE CÁDIZ

A pesar de ser un marino de alto grado de la Real Armada de Carlos III, su vocación y preparación estaban enfocadas en el conocimiento científico y la reforma de la Ilustración. El último período de la vida de Antonio de Ulloa transcurrió en paz y sosiego en Cádiz y la Isla de León.

En 1783, pasó a colaborar con el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid y el Real Observatorio Astronómico de Cádiz, y a realizar tareas de asesoramiento científico. Redactó Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la Marina, que fue publicado póstumamente en 1795, y Neptuno instructivo, que permanece aún inédito.

Continuaba ganándose mayor fama y prestigio en el panorama científico de su época, por eso aumento el número de membresías en las instituciones ilustrada tanto nacionales como europeas: socio de la Real Sociedad Económica Vascongada de Amigos del País; miembro de la Real Sociedad de Sevilla; miembro de la Real Academias de Bellas Artes de Madrid; y miembro del Instituto de Bolonia. Alcanzó el título nobiliario de comendador de Ocaña en la Orden de Santiago.

En los últimos años de su vida, la Secretaría de Indias le requirió para realizar una misión al Virreinato de Nueva Granada. En los yacimientos mineros debía analizar los avances científicos que se estaban implantando, así como analizar el modo de extracción del metal platino. En 1788, escribió el informe Juicio sobre el metal platina, sobre su minería y sus beneficios, también sobre su naturaleza y sus propiedades.

Años más tarde fue designado director general de la Real Armada española, cargo que ocuparía hasta su muerte, en 1795.

ANTONIO DE ULLOA EN ASSASSIN'S CREED III